I

Permíteme ser tu herida
con ardientes arcadas
Cómo cuando de noche entregas tu ardor a las sombras
Y el frío enternece el secreto de nuestras pieles
Y entonces soy el calor que recorre tu paisaje de norte a sur
quemando al paso, al momento , a trazo lento
reptando por cada rincón con el deseo que te entregues en sacrificio y pecado
Preparando el puñal
clavándome en cada duda, que no soy de nadie, mas solo tuya
Ven, corre hacia mí
Me acerco a tu  intimidad anhelante jadeante
Y te ofreces al sacrificio
dejándome explorar tus húmedas cumbres, sagradas y virginales
mientras voy socavando tu interior
Y sintiendo la vida fluir
En un constante ir y venir
te lleno con la punta de mi luz,
¡agua bendita!, como tu piel me lo grita
Soy tu prisionero en tu  cárcel de piel y deseo, no quiero más libertad que la de tu vientre
haciéndome subir al infierno de tus deseos, y bajar al cielo de tus tormentos.
Oh mi diosa encandilada, con tu mirada petrificada
Deidad malévola que me fascina y mis manos son tus manos,
 mi voluntad la tuya, mi respiración tu respiración
Porque no hay verdad tan real, como la que tus entrañas me hacen gritar.
Tu mi fuego interno, hambriento de deseo.
Tú mi nuevo ser a quien pertenezco, tú mi placer, tú quien me exprime hasta el último aliento
dejame ser tu deceso, que es mi último deseo.

Con colaboración de J.Cordova

Comentarios