Nos prepararon para adelantarnos a cualquier escenario, siendo fríos o calientes.
Somos torbellinos de emociones, temores y bajas pasiones; arrasando con la normalidad de esta vida, colgando la vida en el hueco de una aguja.
La insistencia, fiel amigo, teniendo como antagonista la intermitencia, enemigo a flor de piel.
No nos entenderán jamás, porque que supieron ellos de las infinitas batallas sigilosas que hemos ganado, más que un ejército.
El silencio sacándome la vuelta, cuando le da rienda suelta a mi inquieta lengua viperina, y deja fluir desde la herida más profunda hasta el poema más ardiente de este universo en un mismo instante.
Pero no nos entenderán jamás, porque sus cuerpos no transpiran ante la respiración cercana y agitada, cuando la noche viene a caer; que sabrían ellos de intensidad, si tener todo templado es parte de su hábitat natural.
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